jueves, 22 de septiembre de 2011

Zusammenfassungen (Resúmenes)

En menos de dos semanas tengo que rendir parciales y me está costando mucho dedicarle  tiempo a aquellas cosas que me gustan y no forman parte de la facultad, como por ejemplo seguir con la lectura del Manual de Zonceras Argentinas, un libro de Arturo Jauretche.
Cuando tengo pocos días para estudiar, los motivos por los cuales no puedo distraerme son un poco obvios. Sin embargo, también me cuesta dedicarle un espacio a otras cosas cuando dispongo del debido tiempo. No es que estudie mucho, pero me gusta hacerlo pausado y muy tranquilo, y por más que a veces termine estudiando poco, distraerme por un rato haciendo otra cosa o leyendo algo ajeno a la facultad me genera algo de culpa.
Me gusta tener tiempo para sentirme relajado. Hay quienes hacen todo lo que pueden en un día, para así tener libre el día siguiente. A mi eso me parece una muy buena idea pero me cuesta muchísimo ponerla en práctica. Yo soy un administrador de mi pereza, hago hoy un poco para mañana hacer otro poco pero tranquilo.
Cuando tengo el tiempo suficiente me gusta estudiar haciendo resúmenes. Tienen su lado creativo, me gusta pensar que estoy armando la “guía perfecta” para aprobar la materia, más allá de que esto puede ser muy subjetivo, lo que le sirve a uno puede no servirle a otro, y además hay mucha gente a la cual estudiar de resúmenes ajenos le resulta molesto.
Mi forma de hacer resúmenes es especialmente útil para materias muy teóricas o conceptuales (como por ejemplo teoría sociológica o filosofía), y requieren de bastante tiempo disponible, son más fáciles de preparar si uno no trabaja.
El primer paso es lo más elemental: tratar de ir a todas las clases, ir siempre con el material leído y tomar buenos apuntes. La base del resumen son los apuntes, lo ideal es transcribirlos al Word, y que queden más lindos y prolijos, además de eso, las clases de materias teóricas tienden a ser reiterativas y no es de extrañar que en los apuntes se repitan más de una vez algunos conceptos y explicaciones, esto viene fenómeno para el estudio y el repaso.
Me acuerdo que durante los primeros años de la secundaria en una clase de religión, teníamos que aprender la composición social del pueblo de Israel en los tiempos previos a Jesús. Había un grupo-clase social, los escribas, que eran grandes conocedores de la ley. ¿Por qué eran grandes conocedores de la ley? ¡Porque se la pasaban todo el tiempo escribiéndola! El hecho mismo de transcribir los apuntes ya es una forma de repaso.
El siguiente paso consiste en releer el resumen en Word y tomar los conceptos importantes. Luego de eso se debe releer la respectiva bibliografía (lo ideal es ya haberla leído y subrayado previamente) y extraer los párrafos que consideremos esenciales, interesantes, relevantes, etc, para incorporarlos en el resumen. De esta manera el resumen no va a ser solamente una transcripción de lo que dijo el profe, sino que va a tener un fundamento mucho mayor.
Lo que quedará es una guía bastante completa que combina explicaciones amenas y (esperemos) claras del profesor con los fragmentos esenciales e importantes de la bibliografía. Una suerte de “-Inserte el nombre de la materia aquí- para Dummies. Lo bueno no es solamente la utilidad del compacto y completo resumen, sino también que el mismo proceso para hacerlo es una muy buena forma de repaso. Hace poco les comenté a unos amigos sobre éste método y uno me dijo que eso es mucho más útil desde lo memorístico pero quizás no sea tan bueno desde lo comprensivo. Es probable, a mí me cuesta un poco disociar la memoria de la comprensión, ya que siempre hay una cierta dosis de las dos cosas, uno recuerda nombres y entiende procesos. Yo personalmente creo que sería muy difícil recordar conceptos de una materia universitaria si no se las entiende al menos de manera muy general. Debo admitir que es una crítica que me dejó pensando. Sin embargo de lo que sí estoy seguro es que este método me sirvió mucho cuando lo usé debidamente.
Por último, si esta entrada les parece poco interesante o incluso un robo, puede que tengan algo de razón, sin embargo, como ya lo aclaré, me cuesta pensar en otra cosa cuando tengo exámenes.

lunes, 8 de agosto de 2011

Die Kohle. La Guita.

Introducción

La plata. Esos papeles de colores que sirven para adquirir una infinita variedad de productos y servicios. Suele ser un placer tenerla y, sin embargo, muchas veces está mal vista, e incluso puede ser un tema tabú en una conversación.
Muchos asocian al empresario exitoso con la imagen de una persona muy avara que en el fondo no es feliz y no quiere a nadie, ni siquiera a su familia.
En algunos ámbitos la plata esta mal vista, o por lo menos su posesión en exceso. Muchas veces se la asocia con la codicia, la superficialidad o el infortunio. Sin embargo no es muy fácil explicar con claridad el porqué de esta concepción.
Ante todo, yo pregunto: ¿Qué son exactamente esos papeles que muchas veces son motivo de conflicto y aún así una gran parte de nosotros, en mayor o menor medida, llevamos dentro de nuestros bolsillos?

Definición

La economía más tradicional considera al dinero como un medio de pago práctico para llevar a cabo el intercambio de bienes. Antes de existir este medio, los intercambios se hacían directamente sin ningún tipo de intermediarios, es decir, a través del trueque. El problema del trueque era que a la hora de hacer el cambio era muy difícil que mi producto siempre le interesara a la persona cuyo bien yo quería tener. Por ese motivo surgió el dinero como equivalente general, para que todos pudieran cambiar sus bienes por plata y luego intercambiar ésta por la mercancía deseada.
El dinero, entonces, era algo que facilitaba el comercio. Como medio de cambio ideal debía reunir una serie de requisitos para lograr una transacción práctica: debía ser duradero, transportable, homogéneo (para poder ser acumulable), limitado (para preservar cierto valor) y divisible. Todas estas características las reunía el papel, especialmente la facultad de ser divisible, ya que mediante la impresión de un número determinado, su valor podía ser infinitamente dividido.

El dinero y la religión judeocristiana

Los manuales de economía clásica más allá de definirlo conceptualmente y aclarar sus funciones, no tratan de manera muy profunda los vínculos entre el dinero y las personas. Si lo que queremos es conocer juicios de valor, la mejor fuente sería la Biblia, por un lado por su antigüedad y vigencia, y también porque muchas veces cumple el rol de ser un código de leyes morales. 
Las Sagradas Escrituras conciben al dinero como a un ídolo, es decir, un dios falso creado por los hombres. Esto se puede apreciar en el Salmo ciento quince del Antiguo Testamento, versículos tres al ocho:

Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra,
él hace todo lo que quiere.
Los ídolos, en cambio son plata y oro,
obra de las manos de los hombres.

Tienen boca, pero no hablan,
tienen ojos, pero no ven,
tienen orejas, pero no oyen,
tienen nariz, pero no huelen.

Tienen manos, pero no palpan,
tienen pies pero no caminan;
ni un sólo sonido sale de su garganta.
Como ellos serán los que los fabrican,
los que ponen en ellos su confianza.

La Biblia rechaza de manera contundente el culto al dinero, siendo Dios el único y verdadero objeto de culto. No es posible adorar a dos dioses y esto queda manifiesto en el Evangelio según San Mateo, capítulo seis, versículo veinticuatro: “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al dinero”.
En las Sagradas Escrituras el dinero muchas veces es representado como una tentación que aleja a las personas del “camino correcto”.

La puta universal

Muchos siglos después, en un mundo más avanzado tecnológicamente, un filosofo alemán, Karl Marx, diferencia al bien de la mercancía. Un bien es un objeto producido para ser usado, mientras que la mercancía fue producida principalmente para el intercambio (si bien también tiene un uso, sí no, no poseería ningún tipo de valor). Luego de establecer esta diferencia, Marx afirma que el dinero es casi la mercancía misma, ya que su función principal es justamente ser cambiado por otras mercancías. Por medio de estos procesos de intercambio el dinero fue adquiriendo una función perversa que es la de trastocar e invertir distintos valores. En los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 el filosofo alemán expresa lo siguiente: “el dinero permanentemente intermedia las relaciones entre los hombres y convierte lo negro en blanco y lo blanco en negro”. Por este motivo Marx decía que el dinero era “la puta universal” ya que podía lograr que su poseedor adquiriera cosas que no conseguiría por sí mismo. A raíz de esto Marx establece que en el mundo capitalista el hombre es hombre sólo a través del dinero. Si yo quiero estudiar arte y tengo voluntad y un espíritu formado, pero no tengo dinero, no puedo estudiar. Por otro lado, si yo no tengo ningún interés ni formación para el arte, pero si tengo el dinero, puedo estudiar arte. En el mundo capitalista, para estudiar no se necesita voluntad o inquietudes, para viajar no hace falta un espíritu aventurero, para tener fuerza no hace falta ejercicio e incluso en algunos casos, para conquistar a una mujer no hace falta ser lindo, simpático o inteligente, el dinero puede ser intercambiado por todo eso, ya que puede invertir y trastocar valores.
La idea principal de Marx es que el dinero es perverso porque permite que el ser humano sea ser humano, no por sus propias virtudes, sino a través del poder económico, es decir un hombre ya no tiene lo que necesita o merece, sino lo que puede comprar.
Marx y la Iglesia, al menos teóricamente, coinciden en que el dinero, de alguna forma, pervierte la naturaleza de las cosas, ya sea proponiendo un culto que no es el real, o atribuyéndole al hombre virtudes que en verdad no le corresponderían.

La postura del peronismo

Una postura menos teórica y mucho más conciliadora es la de Juan Domingo Perón, uno de los referentes políticos más influyentes en la cultura argentina. Resulta complicado encontrar afirmaciones del General con respecto al dinero específicamente (lo cual no es de extrañar, ya que él mismo había aclarado en varias oportunidades que prefería a los hacedores antes que a los teorizantes), pero aún así es posible intuir su postura cuando toca temas como  el capital, el trabajo, la economía, o la propiedad privada.
Perón propone solucionar los conflictos entre patrones y obreros (o capital y trabajo), subordinando a ambos a la economía nacional. No concibe al capital y al trabajo por separado, ambos deben cooperar entre sí para el fortalecimiento de la nación. Perón beneficiaba a los menos privilegiados, pero no atacaba directamente a los ricos o a las clases más altas (aunque la relación no fuera la ideal), sino que las invitaba a producir y a colaborar para el enriquecimiento del país. En su libro Doctrina Peronista, Perón escribe que es necesario “defender y mantener el Capital como herramienta de trabajo de la nación”.
El Peronismo propone una humanización del capital, no se lo ataca pero si se rechaza la idea del lucro por el lucro mismo, ya que como bien decía el conductor del partido: “la salud y el estómago no admiten economías”.
La postura del General con respecto al dinero se puede ver más clara en la conceptualización de la propiedad privada que se agregó a la reforma de la constitución de 1949, realizada durante el primer gobierno peronista, la cual establecía que la propiedad privada tenía una función social, es decir, no se condenaba la posesión de riquezas siempre y cuando esas riquezas pudieran generar trabajo y mejorar las condiciones de vida de otras personas. No se cuestiona la existencia de clases altas y bajas, sino las enormes diferencias entre estas. No esta mal tener mucha plata si se la usa para generar trabajo y ayudar a otros.

Síntesis y conclusión

Cada postura responde a una época y a un lugar distinto, pero todas hacen aportes al concepto de dinero. En mi opinión personal yo creo que la plata no es ni más ni menos que un recurso, un medio para obtener otras cosas (productos y servicios). Los problemas empiezan cuando uno se olvida que el dinero tiene esa función y quiere tenerlo más por lo que simboliza que por su función concreta. Tan es así, que de hecho podemos hablar de al menos dos tipos de bienes costosos: por un lado tenemos productos que son caros pero que realmente son útiles y vale la pena comprar, como ser un aire acondicionado, una laptop o viajar, y por el otro lado tenemos productos que lo único que hacen es demostrar que el dueño tiene mucha plata, ejemplos de este tipo de mercancías pueden ser una Ferrari o un Rolex, bienes cuyas funciones pueden ser realizadas por objetos mucho mas baratos, más allá de que se trate de mercancías de mucha calidad.
No me parece correcto juzgar a una persona por sí tiene o no plata. La plata no hace a la persona, ni tampoco la deshace necesariamente. Lo que sí creo es que muchas veces el dinero saca a luz ciertas actitudes de la gente que sin él no podrían ser vistas. El ahorro, la inversión y la ostentación son actitudes muy diferentes entre sí, pero para que estas actitudes puedan ser vistas es necesaria la posesión de cierta cantidad de dinero. Alguien que no tiene mucha plata no puede ostentar, pero por ahí si la tuviera ostentaría. ¿Nunca conocieron a alguno que criticaba a la gente de plata y cuando tenía un peso hacía exactamente lo mismo que antes condenaba?
Sin embargo, la inversión y el ahorro son actitudes muy positivas que requieren la posesión de dinero. La inversión en los negocios puede generar trabajo, y Perón decía que el ahorro era el primer grado de previsión social. El General se refería al ahorro como a “esa virtud extraordinaria de los hombres previsores que si representa un pequeño esfuerzo en las épocas de bonanza, ve compensados los sacrificios en las épocas difíciles”.
El dinero, visto como un recurso y bien invertido, puede incluso generar más dinero, y no estoy hablando precisamente de ponerlo en el banco y vivir de intereses, sino de invertir en la formación y la educación. Si uno invierte el dinero en un determinado estudio, sea cual fuere, mientras sea realizado con empeño y ganas, el dinero puede volver luego de un tiempo e incluso en cantidades mayores, esa es, al menos desde mi punto de vista, otra forma de previsión social.
Me parece muy bien que el hombre quiera ganar más, para mejorar su nivel de vida, aún cuando éste ya es bueno. Es algo positivo que todo trabajador sienta al menos que si trabaja más o realiza ciertas buenas estrategias puede darse gustos extras o estar en una mejor posición. No obstante, no debemos nunca dejar de tener en cuenta que la plata es un recurso y que tiene que haber un piso y un techo. Hay un mínimo de bienes que uno tiene que tener por el simple hecho de estar vivo, y al mismo tiempo no me parece ético superar cierto límite de riquezas que va más allá de lo necesario y disfrutable cuando a otros les faltan recursos, si el dinero es un recurso no debe malgastarse ni estar mal distribuido. Debe haber un tope para la acumulación de riqueza y al mismo tiempo la herencia debería tener ciertas restricciones, ya que es también generadora de desigualdad. Ya lo decía Émile Durkheim, un sociólogo francés, en su libro La División del Trabajo Social: “Mientras haya ricos y pobres de nacimiento no podrá haber contrato justo, ni una distribución de las condiciones sociales”. La riqueza no necesariamente es fruto del trabajo propio, y hay que hacer lo posible para que todos podamos partir de la misma base, cosa que no sucede en la actualidad.
La plata es un recurso y todos tenemos derecho a disfrutarla, pero dentro de ciertas restricciones humanamente lógicas, y trabajando para que todos tengamos acceso a este medio. No se debe rendir culto al dinero por el dinero mismo ni como símbolo de poder, sino que se debe hacer uso de él como un medio para adquirir bienes que necesitamos o que simplemente nos hacen la vida más cómoda y placentera.

lunes, 13 de junio de 2011

Winter

La primavera me hace acordar que las clases se están por terminar, el verano está bueno para irse de vacaciones, y empecé mi noviazgo con un otoño. Sin embargo, si dejamos de lado este tipo de asociaciones, mi época preferida del año es el invierno.
Me gusta mucho el frío, me resulta cómodo. Si tenés frío te podes poner un buzo, una campera y está todo solucionado. En cambio uno puede tener calor aunque camine desnudo por la calle. Prefiero muchísimo más el frío al calor, al punto tal que hubo veces en las cuales estando abrigado en un subte lleno de gente y faltando varias estaciones para llegar a mi casa, preferí bajarme y volver caminando, por más que afuera estuviera lloviendo. La transpiración es algo que me molesta mucho.
No sé por qué, pero un invierno muy paradigmático para mí fue el del 2003, yo estaba en segundo año del secundario y era bastante ingenuo (quizás ahora todavía lo sea un poco). En ésa época estaba muy enamorado de una chica con la que rara vez había cruzado una palabra y con suerte veía unas pocas veces al año. Pensaba mucho en ella todos los días, si bien ella apenas sabía que existía. La había idealizado a tal punto que sólo pensar en ella me ponía de buen humor, de hecho cuando me pasaba algo malo trataba de sobreponerme mirando para adelante, pensando que en otro momento, en otro lugar las cosas podrían estar mejor (y ella me podría dar bola). Se imaginarán mi decepción luego de conocerla mejor y darme cuenta que esa persona tenía muy poco que ver con esos atributos que yo le había otorgado idealizándola.
También me acuerdo de mi mejor amigo de esos días, al cual aún sigo viendo. Él tenía ganas de fundar una sociedad que se ocupara de revivir algunas viejas y buenas tradiciones que nunca supe bien cuáles eran, el punto era que para eso me había prestado el libro Crónicas del Angel Gris de Alejandro Dolina, un libro de cuentos realmente bueno que lo sentí muy cercano a mí, si no me acuerdo mal ese fue mi primer contacto con la literatura argentina. Yo, a cambio, le presté la historieta El Eternauta de Hector Germán Oesterheld y Francisco Solano López, una obra maestra que hoy tengo muchas ganas de releer pero no encuentro el tiempo adecuado.
Otro personaje relevante de ésa época era el profesor de Catequesis del colegio. Si bien hoy a muchos les puede sonar ridículo o cursi, el tipo era muy coherente en cuanto a su discurso, al punto que hoy lo podría considerar más un militante político que un catequista. Tenía algunas ideas que hoy por hoy no comparto, soy más agnóstico que otra cosa, pero al menos él presentaba argumentos dentro de todo sólidos, se podían aceptar o no, pero eran respetables. Era un profesor muy canchero, pero no de esos que son cancheros porque usan anteojos de sol y simulan ser cool, lo copado de él era su forma de responder y argumentar. Su coherencia lo diferenciaba de muchos otros profesores o hermanos del colegio que, en más de un caso, defendían una religión del “porque sí”, sin responder muchas buenas preguntas y dando malas explicaciones para sus propuestas (un ejemplo de este tipo argumentos, de los que varios otros hacían uso, era que a misa había que ir porque Dios nos daba ciento sesenta y ocho horas por semana, y nos pedía solamente una). De todas formas, si bien el profe tenía opiniones muy interesantes sobre temas cotidianos y bien concretos, la materia en sí fue la más difícil de ése año, aunque cueste creerlo, había que fundamentar y explicar frases como “la oración eleva el espíritu” (y había una respuesta teórica que se esperaba, no se trataba de una libre interpretación).
Una pasión que tenía por ésa época, que de hecho todavía la tengo pero con menor intensidad (y dedicándole menos tiempo), era el anime. Me emocionaba mucho viendo las intros u openings de Detective Conan y los Caballeros del Zodiaco (Saint Seiya, para los entendidos), también disfrutaba viendo los partidos fantásticos de Super Campeones que ese año habían vuelto a las pantallas. El manga también me gustaba y mínimo dos veces por mes iba a Camelot a comprar los tomos mensuales de I”s y Rurouni Kenshin. Tenía dos amigos del colegio con los cuales compartía éste hobby, me reía muchísimo con ellos, capaz hasta más de lo que ellos esperaban, ya que muchas veces me miraban raro cuando me mataba de la risa después de que ellos contaran algún chiste o anécdota graciosa. Eran muy graciosos pero dentro de su contexto, si les contaba sus anécdotas a otros, incluso compañeros del colegio, por ahí no les causaban mucha gracia. Hay gente con la que te podés reir mucho, pero por ahí su humor no sea extrapolable más allá del grupo de amigos del cual forman parte.
No eran tiempos de gloria ni tampoco los recuerdo con un entusiasmo demasiado grande, pero son parte de mi historia, y no sé por qué, cuando pienso que me gusta el invierno, me acuerdo del invierno de ése año en particular, de hecho muchas veces que pienso en eso me acuerdo de mí mismo muy a la mañana, antes de que amaneciera por completo, caminando abrigado las cuatro cuadras que tenía desde mi casa hasta el colegio.

martes, 4 de enero de 2011

Sprachkurs: los cursos de idiomas.

Existen en nuestra sociedad algunas actividades que por lo general están muy bien vistas, son constantemente recomendadas y hasta se considera que le “hacen bien” a uno. Las dos que más rápido se me vienen a la mente son hacer deporte y tocar algún instrumento. Son dos tareas recreativas que gozan de una muy buena reputación, incluso en algunos casos se las asocia casi directamente con la salud y la cultura. ¿A quién no le preguntaron alguna vez sí tocaba algún instrumento? ¿A quién nunca le preguntaron cuál era su deporte preferido?
A estas tareas recreativas que tanto se recomiendan y tan buena fama tienen yo quisiera agregar el aprendizaje de un idioma extranjero. Aprender una segunda lengua también es una actividad interesante, productiva, útil y enriquecedora. Uno descubre un mundo nuevo que hasta ese entonces era totalmente desconocido, empieza a conocer una cultura, una forma de pensar y una lógica que son nuevas y diferentes. Al conocer lo distinto uno toma una mayor conciencia de lo propio: al estudiar inglés uno puede notar que los verbos en ese idioma generalmente no se conjugan, y los que se conjugan lo hacen con pocas variantes, cuando se toma conciencia de esto uno puede darse cuenta de que el castellano no es tan simple y que tiene, en comparación con la lengua inglesa, una infinidad de conjugaciones verbales.
También es llamativo descubrir ciertas semejanzas en la lógica de distintos idiomas a la hora de formar palabras que no son tan fácilmente visibles, un ejemplo de esto es el propio verbo “descubrir” que, guiándonos por el sentido común, significa algo así como “ver o encontrar por primera vez algo que se desconocía”. Este verbo se compone por el prefijo “des” que, no siempre pero muchas veces, da una idea de “dejar de”, y el verbo “cubrir” que en algunos contextos se puede entender como sinónimo de “tapar”. Entonces podríamos entender la palabra “descubrir” como “dejar de cubrir”, sacar la manta que cubre a algo y de esta forma verlo por primera vez. En inglés esto es muy parecido, la palabra equivalente a descubrir es “discover”, no hay casi diferencias ya que la palabra viene también del latín y por eso, en ese caso, el verbo es muy parecido al castellano y tiene la misma lógica, “dis” también puede entenderse como “dejar de” o incluso como la negación del verbo (como por ejemplo: “disagree”, no estar de acuerdo, o estar en desacuerdo), “cover” literalmente es “cubrir”, o “tapar” (también se les llama así a las tapas de los discos e incluso, como todos sabemos, a los temas de un músico cantados por otro músico). En alemán la palabra es distinta, pero lo interesante es que la lógica se conserva, descubrir en alemán es “entdecken”, que está compuesta por el prefijo “ent” que en este caso sigue sugiriendo la misma idea del “des”, y el verbo “decken” que es justamente “cubrir”. Algunas veces, aunque el origen de las palabras no sea siempre el mismo, la lógica permanece. Si bien uno puede notar esto desde el propio idioma, es más fácil darse cuenta de la existencia de esta lógica mediante la comparación con otras lenguas.
Más allá de las utilidades prácticas que el dominio de un idioma extranjero puede tener, como ser viajar, leer la versión original de algunos textos, trabajar o estudiar afuera o hasta hablar con turistas, aprender otra lengua siempre termina contribuyendo al enriquecimiento de uno, ya que uno descubre lo ajeno y comienza a conocer aún mejor lo propio. Se produce un contacto con una nueva cultura y se aprende a pensar de otra manera.
Para los que no hayan estudiado ningún idioma más allá de la lengua materna, lo más aconsejable es aprender inglés, no solamente por su utilidad global sino también porque es un idioma que tiene una gramática bastante simple y fácil de aprender si uno realmente quiere. Para los que ya saben inglés lo mejor es buscar alguna otra lengua que les resulte interesante. Es común que los que ya saben bien inglés, lo hayan aprendido de muy chicos en el colegio o algún instituto, y no es lo mismo estudiar un idioma por obligación que hacerlo por placer a una edad que uno ya lo pueda apreciar.
Es importante que uno estudie una lengua que le resulte interesante. Si uno estudia por obligación o por una presión externa lo más probable es que no se encuentre muy motivado y el rendimiento y los resultados no sean buenos. Lo mejor y más conveniente es que se hagan cursos de dos o más clases por semana, he ido a cursos que eran una sola vez por semana tres horas y me terminaban resultando un martirio ya que en la última hora ya estaba pensando en cualquier otra cosa menos en el curso. Además de eso es más fácil organizarse si se va más veces a las clases y menos tiempo, ya que uno tiene más contacto con el idioma en la semana, le dan menos tarea para el hogar y tiene menos tiempo para dejarla para después, cosa que se termine haciendo más y mucho más cómodo.
Dos cosas que uno necesita a la hora de aprender un idioma son ganas y tiempo. Uno tiene que poner voluntad, hacer la tarea y estudiar para los exámenes, y además se necesita tiempo para poder digerir los conocimientos y aprender todo con calma. Es verdad que hay gente que aprende muchísimo sin hacer nunca la tarea, pero lo que pasa es que esa gente se esfuerza por aplicar el idioma en otros ámbitos, ya sea buscando cosas para leer en internet o chateando con nativos. La paciencia es otro factor importante y, visto desde cierto punto, una combinación de los dos factores anteriores, hay que tener en cuenta que no se va a adquirir un nivel alto en tres cuatrimestres, pero se puede poner voluntad para aprender bien lo enseñado. Los idiomas se estudian pensando en el largo plazo. Las personas que hacen cursos intensivos en unas pocas semanas para viajar por negocios no son un buen ejemplo, pueden necesitar adquirir en poco tiempo un dominio de la lengua, pero es difícil aprenderla bien en esos casos, ya que se complica hacerlo por placer y no tener presiones.
Con respecto a los cursos, es importante que en los niveles iniciales el profesor sea muy didáctico y sepa explicar todas las cuestiones gramaticales y los porqués de ellas. Los alumnos en el primer nivel vienen con un nivel nulo y lo principal es que el profesor sepa enseñar y orientar al estudiante en los primeros pasos. No se va a poder aplicar mucho material literario más allá de algunas canciones infantiles o poemas muy breves, sin embargo es importante que el docente tenga una cultura general del país cuya lengua enseña y la comparta con los alumnos. Para los cursos más elementales lo más importante es un profesor que sepa enseñar y explicar, también son importantes las nociones generales de la cultura del país.
En los niveles avanzados el alumno ya tiene cierta independencia en el uso del lenguaje y puede leer y averiguar varias cosas por su cuenta. Con cierta disciplina hasta podría ser autodidacta, ya que lo más elemental ya lo sabe y en general la mayoría de las cosas que le quedan por aprender son cuestiones de vocabulario y una mayor precisión del lenguaje. Es por eso que el rol del profesor en los niveles más altos consiste más que nada en hacer interesante la clase, debido a que las opciones del material para usar son muchísimo más variadas. El profesor de un nivel avanzado también debe saber explicar bien, pero su función es muchísimo más orientadora.
Los cursos en general deben seguir un método, pero al mismo tiempo es importante que el docente no se aferre a ese método y se ocupe de hacer las clases llevaderas e interesantes. En una oportunidad tuve una profesora A que exigía demasiado y al mismo tiempo daba muchas libertades, su función consistía más que nada en evaluar a los alumnos. Este tipo de curso complicaba mucho las cosas ya que por un lado uno se sentía bastante presionado y al mismo tiempo se sentía muy desorientado entre tantas libertades. Esas libertades consistían básicamente en leer libros y escribir textos sobre lo que uno quisiera, el problema estaba en que ya era difícil hacer esto siempre, y si uno además tenía que elegir algún tema, la libertad para hacerlo facilitaba la no elección.
También tuve el caso de una profesora B que era lo opuesto: los temas siempre eran los del libro y rara vez nos movíamos de ahí. Lo único que hacíamos que no estuviera dictado por el libro era hablar siempre al principio de la clase de algo que hubiéramos visto, leído o escuchado en la semana, o alguna experiencia propia que consideráramos interesante. El problema era que lo que yo considerara interesante posiblemente no lo era para los demás, y viceversa. A ellos no les interesaban los cómics o alguna película sueca cuyo estreno yo esperaba ansiosamente, y a mí no me llamaban para nada la atención los films sobre budistas. Aparte, éramos como doce alumnos y contando lo que cada uno tenía para aportar se pasaba la primera media hora, en parte eso no estaba tan mal, porque era un curso de tres horas, una vez por semana, y de esta forma, si bien aburrida, uno empezaba la clase un poco más relajado y distendido.
El profesor C era otro caso distinto. Enseñaba bastante vocabulario preciso sobre temas generales. También nos enseñaba muchas expresiones coloquiales que resultaban muy interesantes. Varias veces explicaba el sentido de las palabras narrándonos su origen y comparándolas con las del castellano, y además siempre contaba algunas cosas de historia, y ciertas anécdotas suyas bastante copadas. Las clases del profesor C eran geniales, lo único malo es que al libro lo veía muy por arriba y por ahí no se si aprendimos muy bien algunas cosas que estaban planeadas para ese nivel, pero de todas formas aprender se aprendió mucho y fue un curso que realmente valió la pena.
Es muy importante que el profesor también se empeñe en hacer interesante a un curso, pero al menos en mi caso personal, considero que un método o programa puede ser muy útil para medir los avances y tener una idea de qué es lo que se va a aprender, o al menos, qué es lo que se quiere aprender.
En los niveles elementales el rol didáctico del profesor es lo más importante, también obviamente importa que quien enseña pueda contar algo de la historia del idioma y algunas cuestiones culturales que ayudan a entender la lógica de las palabras, pero lo central en mi opinión es la enseñanza y la explicación. Los cursos avanzados son diferentes debido a la independencia que tiene el estudiante para averiguar y resolver ciertas dudas por su cuenta, es por eso que en estos cursos es importante que haya un profesor que pueda hacer divertida e interesante la clase, en ciertos casos con un poco de suerte, un curso avanzado puede llegar a resultar muy bueno si el profesor es un hablante nativo y se agrega al material de lectura alguna novela bien escrita y atrapante. Los cursos intermedios se encuentran en un punto de transición entre los básicos y los más altos, a medida que el alumno va avanzando, cada vez aprende menos gramática básica y se va dedicando más al vocabulario, a las expresiones coloquiales y a formas más precisas y específicas de expresar lo que ya sabe decir de una manera simple.
Aprender una lengua extranjera puede ser una actividad muy gratificante si uno realmente tiene el interés, la voluntad y la paciencia. Es una forma de tener contacto con otra cultura y conocer un mundo distinto al propio y una forma de pensar nueva. Podría decirse desde cierto punto de vista, que aprender un idioma nuevo es una forma de viajar intelectualmente.