lunes, 11 de marzo de 2013

La presión que implica tener barba


En general me cuesta mucho estudiar solo. Si estoy en casa, termino boludeando con la PC, si voy a la Biblioteca Nacional hago numerosas pausas en los pasillos, miro por la ventana o me voy a tomar un cafecito al primer piso, si intento estudiar en un bar las ganas de irme son tremendas. Y me gusta lo que estudio, ojo, pero frecuentemente me dan ganas de hacer otra cosa cuando los apuntes y las fotocopias están ante mí.

Descubrí que logro reunir mucha mayor voluntad cuando estoy acompañado por otro estudiante, alguien que también tiene que leer y necesita concentrarse, alguien a quien no debo ni distraer ni interrumpir, si bien se puede hacer pausas y charlar en los intervalos. Fue así como empecé a frecuentar la casa de Pablito.

Pablo es el amigo de un amigo que estudia medicina. Yo estudio sociología, absolutamente nada que ver, pero cuando nos reunimos a estudiar los dos somos muy productivos, además de que las charlas durante las pausas amenizan mucho la lectura. Me terminé haciendo muy amigo de él.
En los intervalos hablamos de los temas más diversos: mujeres, amigos en común, literatura, Macri, Cristina, el peronismo o incluso sobre religión. Fue así como un día, mientras yo estaba pensando en cualquier otra cosa, el interrumpió mi hilo de pensamientos con una pregunta:

-          Che, Bellis, ¿por qué no te dejás la barba?

La respuesta no era ni tan fácil ni tan concreta, por un lado es cierto que me gusta tocarme los cachetes y sentir piel en lugar de pelo que pincha, pero más allá de eso hay otro motivo que no es menos relevante. Podrá parecer una gran pelotudez, pero siento que tener barba demanda responsabilidad. Creo que esa idea está asociada a un evento que ocurrió cuando yo tenía trece años: me gustaba mucho la historia argentina y había escuchado que Perón, en el setenta y tres, si no me equivoco, en el acto del primero de mayo, al echar a los montos de la plaza, los había llamado “imberbes estúpidos”, sugiriendo que tener barba era un signo de madurez.  

El mejor referente de alguien digno de barba es el Che, un revolucionario, un hombre bravo y de carácter, firme en sus ideas, solemne y carismático. Yo, personalmente, si me dejara crecer la barba, sentiría que trataría de imitar defectuosamente al Che, como si me quisiera hacer el rebelde y me saliera mal.

Tengo la impresión de que la barba hace que te identifiquen con alguien sabio, maduro, intelectual o incluso, según el caso, con un “tipo duro”. Me encantaría ser un sabio o un intelectual, pero creo que posiblemente nunca llegue a consumarme como tal. Tengo mucho miedo de no poder decir más gansadas si uso barba, creo que si me la dejara y dijera las pavadas que digo, no solamente estaría diciendo una gansada en sí misma, sino que además le estaría faltando el respeto a mi barba.

La barba no es para cualquiera.

martes, 26 de febrero de 2013

"Paquetitos"


Volvíamos de Luján después de un sabroso asadito entre amigos. Éramos cinco y a Tinchi, el que manejaba, que a su vez también había sido el organizador del asado, lo llamó una compañera del laburo para informarle sobre el estado de un trabajo de investigación. Él estaba hablando con el celular un poco nervioso mientras nosotros lo gastábamos.

-         Che, Ale, - le comentaba yo al amigo que estaba sentado a mi derecha – ¿Te diste cuenta que los padres, los profesores, los curas, los canas, todos tienen un paquetito que tratan de meterte como si tu cabeza fuera un buzón?

-          ¿Por qué un buzón? ¿Qué representaría?

Ale, me había hecho una buena pregunta, sin notar que yo estaba parafraseando una escena de una película.

-          Es interesante esa idea, Bellis, pero tendrías que desarrollarla. – me comentaba mi amigo. Después de eso le hice notar que en realidad le estaba hablando de una película, él no se acordaba de la escena pero la había visto.

-          ¿Sabés qué? –le comento a Ale- Está muy buena la parte final de “Todo no se compra, todo no se vende”, pero sería aún mejor si el protagonista se hubiera vuelto un represor o un empresario corrupto y al final mostraran la filmación de cuando era joven e idealista como un contraste con su adultez.

-          De una, aparte sería mucho más realista. Yo ando con ganas de hacer una parodia porno de esa película, que se llame “Tanga Feroz”- Y ni bien terminó de pronunciar la palabra “feroz”, todos nos  empezamos a recagar de la risa, salvo Tinchi que estaba disimulando el enojo mientras hablaba por el celular- y no sabés la partuza que se arma en la escena que llega la policía…


Posiblemente esta sea una de esas anécdotas que solamente le causan gracia a aquellos que la presenciaron, pero bueno, ¿qué quieren que les diga?, yo me maté de la risa…

jueves, 14 de febrero de 2013


No te voy a decir qué es aquello que me gusta que hagas, porque tengo miedo de que si te lo digo, dejes de hacerlo...

viernes, 4 de enero de 2013

Music&Gym


Desde hace poco más de un mes empecé a ir al gimnasio. Espero no abandonar, porque a medida que pasan los días la rutina se vuelve más extensa y se necesita una mayor voluntad para salir del cuarto e ir, además la vagancia aumenta si añadimos la variable calor y el hecho de ver que casi todos levantan más peso que uno, que el primer día termina re transpirado después de hacer varios tipos de abdominales.

No obstante, el gimnasio tiene varias cosas rescatables, una de ellas es el hecho de que se ocupan varias horas de días de vacaciones que uno posiblemente perdería en la casa sin hacer nada o pensando en boludeces. La otra cosa rescatable es más particular e interesante: en el gimnasio descubrí un par de canciones nuevas que son bastante lindas, espero no quemarlas escuchándolas trescientas veces en youtube hasta que la música deja de producirme placer y se vuelve algo totalmente inocuo.

Una de estas canciones que descubrí durante la semana pasada era un tema de Julieta Venegas, que para cuando llegué a mi casa podía recordar la melodía pero no la letra. Terminé tarareándole la canción a distintos conocidos, parecía Gaston Pauls en Nueve Reinas, hasta que por fin Agus, si bien no conocía el nombre, pudo decirme parte de la letra, la busqué en internet y ahora la escucho un par de veces al día.

Si, podrán decir que soy cursi, pero yo a Julieta Venegas la re banco, tiene temas que para mí están muy buenos. Soy bastante ecléctico en cuanto a mis gustos musicales, me gustan mucho Los Rodríguez, Fito Páez, Zambayonny y ahora estoy descubriendo de a poquito a Spinetta. No sé mucho de música, simplemente me guío por si una determinada canción me genera una sensación placentera o no, y las canciones que escuché de Julieta Venegas, sinceramente me gustan.  Juampi, un amigo venezolano, hace poco me dijo que le parece algo muy positivo que yo me esté ocupando más de mi mismo, yendo al gimnasio y preocupándome más a la hora de elegir las camisas, pero que de ninguna manera pierda esa forma de ser que es tan propia de mi y de nadie más, a la cual él llama ‘excentricismo’. Según Juampi yo tengo la cualidad de hablar de cosas llamativas o bizarras con mucha naturalidad, supongo que es un elogio.

Dicho sea de paso, la canción de Julieta Venegas se llama ‘Lento’.