lunes, 8 de agosto de 2011

Die Kohle. La Guita.

Introducción

La plata. Esos papeles de colores que sirven para adquirir una infinita variedad de productos y servicios. Suele ser un placer tenerla y, sin embargo, muchas veces está mal vista, e incluso puede ser un tema tabú en una conversación.
Muchos asocian al empresario exitoso con la imagen de una persona muy avara que en el fondo no es feliz y no quiere a nadie, ni siquiera a su familia.
En algunos ámbitos la plata esta mal vista, o por lo menos su posesión en exceso. Muchas veces se la asocia con la codicia, la superficialidad o el infortunio. Sin embargo no es muy fácil explicar con claridad el porqué de esta concepción.
Ante todo, yo pregunto: ¿Qué son exactamente esos papeles que muchas veces son motivo de conflicto y aún así una gran parte de nosotros, en mayor o menor medida, llevamos dentro de nuestros bolsillos?

Definición

La economía más tradicional considera al dinero como un medio de pago práctico para llevar a cabo el intercambio de bienes. Antes de existir este medio, los intercambios se hacían directamente sin ningún tipo de intermediarios, es decir, a través del trueque. El problema del trueque era que a la hora de hacer el cambio era muy difícil que mi producto siempre le interesara a la persona cuyo bien yo quería tener. Por ese motivo surgió el dinero como equivalente general, para que todos pudieran cambiar sus bienes por plata y luego intercambiar ésta por la mercancía deseada.
El dinero, entonces, era algo que facilitaba el comercio. Como medio de cambio ideal debía reunir una serie de requisitos para lograr una transacción práctica: debía ser duradero, transportable, homogéneo (para poder ser acumulable), limitado (para preservar cierto valor) y divisible. Todas estas características las reunía el papel, especialmente la facultad de ser divisible, ya que mediante la impresión de un número determinado, su valor podía ser infinitamente dividido.

El dinero y la religión judeocristiana

Los manuales de economía clásica más allá de definirlo conceptualmente y aclarar sus funciones, no tratan de manera muy profunda los vínculos entre el dinero y las personas. Si lo que queremos es conocer juicios de valor, la mejor fuente sería la Biblia, por un lado por su antigüedad y vigencia, y también porque muchas veces cumple el rol de ser un código de leyes morales. 
Las Sagradas Escrituras conciben al dinero como a un ídolo, es decir, un dios falso creado por los hombres. Esto se puede apreciar en el Salmo ciento quince del Antiguo Testamento, versículos tres al ocho:

Nuestro Dios está en el cielo y en la tierra,
él hace todo lo que quiere.
Los ídolos, en cambio son plata y oro,
obra de las manos de los hombres.

Tienen boca, pero no hablan,
tienen ojos, pero no ven,
tienen orejas, pero no oyen,
tienen nariz, pero no huelen.

Tienen manos, pero no palpan,
tienen pies pero no caminan;
ni un sólo sonido sale de su garganta.
Como ellos serán los que los fabrican,
los que ponen en ellos su confianza.

La Biblia rechaza de manera contundente el culto al dinero, siendo Dios el único y verdadero objeto de culto. No es posible adorar a dos dioses y esto queda manifiesto en el Evangelio según San Mateo, capítulo seis, versículo veinticuatro: “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al dinero”.
En las Sagradas Escrituras el dinero muchas veces es representado como una tentación que aleja a las personas del “camino correcto”.

La puta universal

Muchos siglos después, en un mundo más avanzado tecnológicamente, un filosofo alemán, Karl Marx, diferencia al bien de la mercancía. Un bien es un objeto producido para ser usado, mientras que la mercancía fue producida principalmente para el intercambio (si bien también tiene un uso, sí no, no poseería ningún tipo de valor). Luego de establecer esta diferencia, Marx afirma que el dinero es casi la mercancía misma, ya que su función principal es justamente ser cambiado por otras mercancías. Por medio de estos procesos de intercambio el dinero fue adquiriendo una función perversa que es la de trastocar e invertir distintos valores. En los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 el filosofo alemán expresa lo siguiente: “el dinero permanentemente intermedia las relaciones entre los hombres y convierte lo negro en blanco y lo blanco en negro”. Por este motivo Marx decía que el dinero era “la puta universal” ya que podía lograr que su poseedor adquiriera cosas que no conseguiría por sí mismo. A raíz de esto Marx establece que en el mundo capitalista el hombre es hombre sólo a través del dinero. Si yo quiero estudiar arte y tengo voluntad y un espíritu formado, pero no tengo dinero, no puedo estudiar. Por otro lado, si yo no tengo ningún interés ni formación para el arte, pero si tengo el dinero, puedo estudiar arte. En el mundo capitalista, para estudiar no se necesita voluntad o inquietudes, para viajar no hace falta un espíritu aventurero, para tener fuerza no hace falta ejercicio e incluso en algunos casos, para conquistar a una mujer no hace falta ser lindo, simpático o inteligente, el dinero puede ser intercambiado por todo eso, ya que puede invertir y trastocar valores.
La idea principal de Marx es que el dinero es perverso porque permite que el ser humano sea ser humano, no por sus propias virtudes, sino a través del poder económico, es decir un hombre ya no tiene lo que necesita o merece, sino lo que puede comprar.
Marx y la Iglesia, al menos teóricamente, coinciden en que el dinero, de alguna forma, pervierte la naturaleza de las cosas, ya sea proponiendo un culto que no es el real, o atribuyéndole al hombre virtudes que en verdad no le corresponderían.

La postura del peronismo

Una postura menos teórica y mucho más conciliadora es la de Juan Domingo Perón, uno de los referentes políticos más influyentes en la cultura argentina. Resulta complicado encontrar afirmaciones del General con respecto al dinero específicamente (lo cual no es de extrañar, ya que él mismo había aclarado en varias oportunidades que prefería a los hacedores antes que a los teorizantes), pero aún así es posible intuir su postura cuando toca temas como  el capital, el trabajo, la economía, o la propiedad privada.
Perón propone solucionar los conflictos entre patrones y obreros (o capital y trabajo), subordinando a ambos a la economía nacional. No concibe al capital y al trabajo por separado, ambos deben cooperar entre sí para el fortalecimiento de la nación. Perón beneficiaba a los menos privilegiados, pero no atacaba directamente a los ricos o a las clases más altas (aunque la relación no fuera la ideal), sino que las invitaba a producir y a colaborar para el enriquecimiento del país. En su libro Doctrina Peronista, Perón escribe que es necesario “defender y mantener el Capital como herramienta de trabajo de la nación”.
El Peronismo propone una humanización del capital, no se lo ataca pero si se rechaza la idea del lucro por el lucro mismo, ya que como bien decía el conductor del partido: “la salud y el estómago no admiten economías”.
La postura del General con respecto al dinero se puede ver más clara en la conceptualización de la propiedad privada que se agregó a la reforma de la constitución de 1949, realizada durante el primer gobierno peronista, la cual establecía que la propiedad privada tenía una función social, es decir, no se condenaba la posesión de riquezas siempre y cuando esas riquezas pudieran generar trabajo y mejorar las condiciones de vida de otras personas. No se cuestiona la existencia de clases altas y bajas, sino las enormes diferencias entre estas. No esta mal tener mucha plata si se la usa para generar trabajo y ayudar a otros.

Síntesis y conclusión

Cada postura responde a una época y a un lugar distinto, pero todas hacen aportes al concepto de dinero. En mi opinión personal yo creo que la plata no es ni más ni menos que un recurso, un medio para obtener otras cosas (productos y servicios). Los problemas empiezan cuando uno se olvida que el dinero tiene esa función y quiere tenerlo más por lo que simboliza que por su función concreta. Tan es así, que de hecho podemos hablar de al menos dos tipos de bienes costosos: por un lado tenemos productos que son caros pero que realmente son útiles y vale la pena comprar, como ser un aire acondicionado, una laptop o viajar, y por el otro lado tenemos productos que lo único que hacen es demostrar que el dueño tiene mucha plata, ejemplos de este tipo de mercancías pueden ser una Ferrari o un Rolex, bienes cuyas funciones pueden ser realizadas por objetos mucho mas baratos, más allá de que se trate de mercancías de mucha calidad.
No me parece correcto juzgar a una persona por sí tiene o no plata. La plata no hace a la persona, ni tampoco la deshace necesariamente. Lo que sí creo es que muchas veces el dinero saca a luz ciertas actitudes de la gente que sin él no podrían ser vistas. El ahorro, la inversión y la ostentación son actitudes muy diferentes entre sí, pero para que estas actitudes puedan ser vistas es necesaria la posesión de cierta cantidad de dinero. Alguien que no tiene mucha plata no puede ostentar, pero por ahí si la tuviera ostentaría. ¿Nunca conocieron a alguno que criticaba a la gente de plata y cuando tenía un peso hacía exactamente lo mismo que antes condenaba?
Sin embargo, la inversión y el ahorro son actitudes muy positivas que requieren la posesión de dinero. La inversión en los negocios puede generar trabajo, y Perón decía que el ahorro era el primer grado de previsión social. El General se refería al ahorro como a “esa virtud extraordinaria de los hombres previsores que si representa un pequeño esfuerzo en las épocas de bonanza, ve compensados los sacrificios en las épocas difíciles”.
El dinero, visto como un recurso y bien invertido, puede incluso generar más dinero, y no estoy hablando precisamente de ponerlo en el banco y vivir de intereses, sino de invertir en la formación y la educación. Si uno invierte el dinero en un determinado estudio, sea cual fuere, mientras sea realizado con empeño y ganas, el dinero puede volver luego de un tiempo e incluso en cantidades mayores, esa es, al menos desde mi punto de vista, otra forma de previsión social.
Me parece muy bien que el hombre quiera ganar más, para mejorar su nivel de vida, aún cuando éste ya es bueno. Es algo positivo que todo trabajador sienta al menos que si trabaja más o realiza ciertas buenas estrategias puede darse gustos extras o estar en una mejor posición. No obstante, no debemos nunca dejar de tener en cuenta que la plata es un recurso y que tiene que haber un piso y un techo. Hay un mínimo de bienes que uno tiene que tener por el simple hecho de estar vivo, y al mismo tiempo no me parece ético superar cierto límite de riquezas que va más allá de lo necesario y disfrutable cuando a otros les faltan recursos, si el dinero es un recurso no debe malgastarse ni estar mal distribuido. Debe haber un tope para la acumulación de riqueza y al mismo tiempo la herencia debería tener ciertas restricciones, ya que es también generadora de desigualdad. Ya lo decía Émile Durkheim, un sociólogo francés, en su libro La División del Trabajo Social: “Mientras haya ricos y pobres de nacimiento no podrá haber contrato justo, ni una distribución de las condiciones sociales”. La riqueza no necesariamente es fruto del trabajo propio, y hay que hacer lo posible para que todos podamos partir de la misma base, cosa que no sucede en la actualidad.
La plata es un recurso y todos tenemos derecho a disfrutarla, pero dentro de ciertas restricciones humanamente lógicas, y trabajando para que todos tengamos acceso a este medio. No se debe rendir culto al dinero por el dinero mismo ni como símbolo de poder, sino que se debe hacer uso de él como un medio para adquirir bienes que necesitamos o que simplemente nos hacen la vida más cómoda y placentera.