miércoles, 26 de diciembre de 2012

Cuando los chorros ya no ayudan...



Laberintos Ideológicos

Creo o quiero creer tener una ideología política más bien cercana a la izquierda, siendo asociada esta postura a una crítica a un mundo que es inequitativo y desigual y que pretende tomar una faceta ‘meritocrática’ ocultando el hecho de que brinda a los distintos individuos oportunidades diferenciales para desenvolverse en la vida cotidiana (dicho de otra manera, se trata de tapar la realidad de que no todos partimos con las mismas herramientas y la distribución de las mismas tampoco fue realizada de una manera justa).  Sin embargo, muy de vez en cuando, sucede algo que me hace dudar de realmente pensar lo que creo que pienso. El hecho bien puntual ocurre cuando me roban en la calle.

Critico a un mundo inequitativo y excluyente, no obstante, cada vez que me roban siento una tremenda bronca, y no precisamente hacia este sistema capitalista que fomenta valores de consumo y excluye a grandes sectores de la población mundial, sino específicamente hacia la persona que me robó.

No quiero caer en ese viejo discurso simplista de que los chorros son chorros porque no quieren laburar, o el clásico ‘hay que matarlos a todos’. Creo que hay una influencia de factores tales como la exclusión, la desigualdad y el desempleo en la delincuencia. La mejor forma de disminuir éste fenómeno a largo plazo es ampliar el acceso a la educación, generar más fuentes de trabajo y fomentar más actividades recreativas para jóvenes como ser las artes y los deportes. De todas formas, y aún coincidiendo con éstos proyectos a largo plazo, mientras tanto la persona que comete un delito tiene que ir presa. Lo ideal sería que las cárceles no empeorasen a los delincuentes y eso también es un punto a mejorar, pero aún así quien comete un delito tiene que ir preso o retribuir ese delito, siempre teniendo en cuenta que la justicia debe mirar al futuro y no al pasado, lo importante no es castigar a quien comete el crimen sino evitar que el delito se vuelta a cometer.
Es una posición muy complicada, porque a veces pareciera que la gente supone que porque uno cree que el mundo es injusto, desigual, excluyente y que hay que hacer algo para transformarlo, tiene que abrazarse con un chorro y no culparlo cuando te afana.

La interpretación de los choreos

A lo largo de este último año me afanaron unas tres veces, esto es igual a la mitad del total de veces que me robaron en mi vida. Las situaciones cada vez fueron empeorando, de a poco el  ‘dame todo lo que tengas y no te va a pasar nada’ se iba transformando en un  ‘danos billetes y el celular o si no te recagamos a palos’. Afortunadamente siempre salí ileso y lo peor que me sacaron fue plata, mi teléfono móvil o algún objeto que tenía cierto valor sentimental pero que económicamente no valía tanto. Incluso hay una anécdota que, dentro de todo, hasta es graciosa, una vez, creo que fue en el 2009, me agarraron y yo solamente llevaba cuatro pesos y un celular siemens básico que para ese entonces ya tenía unos cinco años, el chorro me terminó devolviendo el celular y pidiendo disculpas.

Las dos primeras veces que me robaron este año tuvieron una cierta significación particular en lo que fue mi vida unos pocos días después. Por ejemplo, a fines de marzo mi novia estaba muy enojada conmigo, al punto tal que dudaba de seguir la relación. Era un domingo o un lunes feriado, no me acuerdo muy bien, el hecho es que yo estaba solo en casa y, como me daba mucha fiaca cocinarme y tenía un vale de dos por uno para una McNífica, fui a McDonald’s y me compré un par de hamburguesas. Después de haberme terminado el primer sándwich en la calle, aparece un pibe, al cual al toque se le suma otro, y me piden violentamente ‘algo para comer’, billetes y el celular. No era la primera vez que me robaban, pero si la primera que lo hacían tan violentamente, los chorros anteriores, mal que mal, habían sido dentro de todo más diplomáticos y seguros, tenían más tacto, estos últimos me habían hecho pasar un momento de mierda. A mi novia, después de haberse enterado de la noticia, se le ablandó el corazón y me invitó a comer a la casa. Hablamos un poco y, al menos por el momento, las cosas se habían solucionado.

Seis meses después, una situación similar tiene lugar, pero en un contexto de mi vida bastante distinto. Mi (ahora) ex novia hacía ya un mes y medio que me había cortado, sin embargo nos seguíamos viendo cada tanto y la posibilidad de retomar la relación en algún futuro más o menos incierto estaba.  El día en que me robaron por segunda vez en este año, amenazándome de paso con un vidrio, fue también desgraciadamente el día que vi a mi ex novia por última vez. Me volvieron a robar el celular, más que nada eso. El modelo era un poco mejor que el anterior, no era nada así súper grosso pero al menos podía sacar fotos y escuchar música mp3 con auriculares normales y no esos que sirven sólo para algunos tipos de teléfonos. Al poco tiempo mi ex decidió que dejáramos de vernos, ya que ella tenía la necesidad de estar sola y seguir encontrándonos sólo iba a hacer que yo me confundiera. Al final, tratando de buscarle algún sentido positivo, algo bueno habían hecho estos chorritos, al haberme robado el celular me quitaron toda una amplia gama de mensajes de texto escritos por mi ex que eran realmente hermosos, algunos hasta incluso posteriores a nuestro noviazgo, sin embargo una vez ya concluidas las cosas, esos mensajitos no me iban a hacer bien y yo hubiera tenido que borrarlos, lo cual me hubiera dolido muchísimo. Lo bueno sigue estando en mi corazón, y eso es más que suficiente.

El robo más reciente fue, quizás, el menos feliz de los tres, me agarraron dos tipos de unos veintitantos mientras yo volvía de noche lo más pancho a casa luego de una salida con amigos. Nuevamente, no me volvieron a sacar nada que tuviera demasiado valor, simplemente un celular que era medio choto, y un morral de NERV (una organización ficticia de un anime) que quería mucho y hasta me había ayudado a hacer buenas migas con gente copada en la facultad.

Durante el 2012, las dos primeras veces que me robaron estuvieron asociadas a algo. La primera me ayudó a que mi novia me perdonara, quizás a la larga lo hubiera hecho de todas formas, pero hay que admitir que el robo contribuyó bastante. De hecho, hasta podríamos afirmar que esos chorros fueron una cierta bendición, o más bien lo que los británicos llaman “mixed blessing”, una especie de bendición mixta o ‘desgracia con suerte’, en la cual pasa algo muy malo que a la larga trae algún beneficio positivo (como por ejemplo, que te metan preso y en la cárcel conozcas a tu futura mujer). La segunda vez en el año que me robaron ya no fue algo tan positivo, pero al menos me ayudaron a deshacerme de algunos vínculos con el pasado, llámense lindos mensajes de texto, que eran un poco duros si uno los mira en retrospectiva.

Aún me cuesta descifrar qué significado o asociación pueda tener este tercer robo más allá de la bronca que me generó. Quizás no tenga por qué tener un significado  o interpretación, pero lo cierto es que nada tiene un sentido propio si lo vemos desde una determinada perspectiva, y así es como objetivamente, y fuera de toda carga cultural y valorativa, un partido de fútbol no son más que veintidós tipos (veintitrés, si contáramos al réferi) corriendo tras una pelota, o una novela tampoco  es más que una ‘astuta combinación de tinta y papel’ (Dolina, 1988). Es cierto, la realidad fuera de toda interpretación no es más que un conjunto de colores, sonidos, olores, texturas y sabores que cambian sin ninguna pausa. A lo que quiero ir es que justamente por eso es tan importante interpretar, para darle un mínimo de coherencia y gusto a lo que vivimos, de no ser así, todo sería un verdadero embole.

No obstante, es probable que mi problema sea justamente sobreinterpretar las cosas.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Conceptos


Agus está viniendo seguido a mi casa, ya sea para estudiar o para almorzar y después ir juntos a la biblioteca. Un día, hace un par de semanas, me mostró en youtube unos videos de una banda llamada “Poxyclub”, formada por dos chicos de zona norte que, aparentemente, se burlan de su propia condición social con canciones como: Quiero flashear ser pobre, Flaca, comprate un blackberry o Administración de Empresas. Son bastante ridículos, aunque a mí me hicieron cagar de la risa.

Siempre tuve ganas de tener una banda, me gusta mucho tener un proyecto con amigos que perdure en el tiempo, un poco me hace pensar en esas series animadas japonesas donde un “grupo de amigos” lucha contra villanos o contra servidores de las “fuerzas del mal”. No sé muy bien cuál es la asociación, quizás simplemente el hecho de que un grupo de personas trabajan en conjunto y, sobretodo, cancherean.





Yo le comentaba a Agus:

-          Quisiera ser parte de una banda, me gusta mucho el concepto de ‘equipo’

A lo cual Agus respondió sin reflexionar demasiado:

-          Bueno, primero te tiene que gustar el concepto de ‘música’.

No sé tocar ningún instrumento, lo cual es una gran falencia a la hora de participar en una banda. Un conocido solía decir que un hombre con guitarra tenía ‘un status diferente’. Quisiera vincularme más con la música, pero me da mucha fiaca aprender a tocar la guitarra u otros instrumentos que, seguramente, deben ser más caros. Estoy pensando seriamente en hacer un curso de verano de canto en febrero, la guitarra hay que llevarla y traerla, pero la voz la tiene uno siempre consigo.

martes, 4 de diciembre de 2012


Lugar: Bar de la zona fashion de Retiro, muy cerca del límite con Recoleta.
Hora: Un miércoles del mes de noviembre, 21:30, 22 hs
Tema: palabras que nos gusta como suenan:

Bellis: a mí me gusta mucho la palabra ‘mamarracho’, suena a palabra usada por un intelectual para hablar con sencillez y así acercarse más al Pueblo.

Mis dos interlocutores se cagan de la risa.

Bellis: Claro, como hacía Perón, por ejemplo.

Los chicos se siguen riendo mientras yo no termino de entender el porqué.

martes, 14 de agosto de 2012

Con un poco de imaginación podríamos relacionar el vínculo entre Freezer y los Saiyajin con la división internacional del trabajo y la ya clásica antinomia "Civilización y Barbarie", representando Freezer a los países centrales (Civilización) y los Saiyajin a los países periféricos (Barbarie).



martes, 13 de marzo de 2012

Exceso de tiempo libre


Tengo demasiado tiempo libre. Cerca del 20 de noviembre pasado promocioné las dos materias que estaba cursando en la facultad y desde entonces estuve “de vacaciones”. Dos meses sin ningún tipo de obligación pueden ser un verdadero placer, pero si se pasa ese límite es fácil que uno se termine aburriendo o achanchando. El exceso de tiempo libre puede llegar a ser dañino a veces.
Tengo amigos a quienes llamar, pero algunos ya están recibidos y trabajan en proyectos de investigación y cosas por el estilo, otros por ahí todavía no terminan la carrera pero tienen la posibilidad de hacer cursos de verano e incluso dan clases particulares. Tengo la misma sensación que tuvo Homero en ése capítulo de Los Simpsons en el cual Marge empieza a salir con una vecina, Ruth, y él tiene más tiempo al pedo que quiere usar para divertirse con sus amigos, pero desgraciadamente todos están ocupados. Odio esa sensación, la de ser el único que no tiene nada que hacer.
Algo que cualquiera me podría decir y que es verdad, es que a ellos no les cayó de arriba su situación, yo tuve las mismas posibilidades que ellos, pero avanzaba más lenta y cómodamente, dejándome llevar por aquél viejo y clásico argumento de que en la facultad “cada uno tiene sus diferentes tiempos” (lo cual no es falso, pero tampoco debe servir como excusa cuando uno tiene la posibilidad de avanzar más rápido). Para éste próximo cuatrimestre me propuse cambiar mis hábitos y ver si puedo cursar más materias y avanzar con más rapidez. Al mismo tiempo ésta misma ansiedad por tener la oportunidad de una revancha contra mí mismo hace que tenga más ganas de que se terminen estas largas vacaciones.
Una opción para ocuparme pudo haber sido laburar. Tuve un trabajo durante la primera mitad del año pasado y cobraba bien, considerando que eran sólo seis horas, pero resultaba frustrante no poder dedicarle el tiempo necesario a la facultad, además de eso era molesto ver cómo iba avanzando tan lentamente en lo académico mientras que, a largo plazo, el trabajo no me aportaba mucho más que el sueldo. Era un laburo relativamente monótono, lo cual no era sinónimo de fácil, no había que pensar mucho pero si hacía falta cierta agilidad y rapidez, era necesaria una suerte de destreza que sólo se aplicaba a ése lugar concreto.
Zonajobs por otro lado está pensado principalmente para secretarias y gente que estudia carreras como ingeniería en sistemas o administración de empresas. Lo que uno puede encontrar estudiando una carrera humanística es muy poco, salvo que te mueras por laburar en un call center.
Me recomendaron, en ésta época de vacaciones largas y aburrimiento, que intentara mantenerme ocupado haciendo ciertas cosas pequeñas pero útiles, como acompañar a mi novia a retirar la tarjeta SUBE, bajarle una película a mi hermana, o incluso ir a canjear algunos comics que mucho no me gustaron (como Episode G) por otros más nuevos y copados (como Death Note). Otra cosa que estuve haciendo ésta última semana fue ordenar mi cuarto, una actividad que, aunque no lo parezca, no es para nada superficial.
Ordenar el cuarto puede llegar a ser lo mismo que viajar en el tiempo.  Uno encuentra cosas viejas e interesantes casi sin proponérselo. Me llama la atención como ahora hay “nuevas antigüedades”, como ser, por ejemplo, los CD’s con Back ups de hace cinco años o más. También hay cosas que en algún momento fueron casi sagradas y hoy tengo ganas de sacarme de encima porque ocupan espacio. Tengo un montón de anime en VHS que no sé si vender en mercado libre o tirar directamente, y en cierta medida es una pena, porque varios videos están buenos, pero ya ni tengo en dónde reproducirlos. Muchas veces compramos productos aparentemente interesantes que al poco tiempo se vuelven basura, hoy creo que antes de comprar cualquier cosa debería pensar más seguido sí estoy comprando algo útil o algo que en poco tiempo va a ocupar espacio solamente. ¿A alguno le interesaría tener un CD de Ashlee Simpson?
Ésta bueno ocuparse, especialmente haciendo aquellas cositas que uno descuida cuando está ocupado enserio. Lo que sí noto, es que cuando no estoy haciendo nada o no tengo nada para hacer me pongo un poquito irritable. ¡Ah! Eso sí, la que se merece un monumento es mi novia, que me tuvo una paciencia enorme estos días.

Por suerte la facu empieza el próximo lunes…

martes, 6 de marzo de 2012

El Peronismo, Parte 1


Mi primer acercamiento al peronismo fue en el año 2002 cuando, con motivo del aniversario de la muerte de Eva, pasaban en la tele fragmentos del documental de Leonardo Favio: Perón, Sinfonía del Sentimiento.
Era emocionante. Al menos en ésa época era casi imposible encontrar figuras de la política que tuvieran semejante carisma. Los actos que aparecían en la película eran algo soberbio, multitudes aclamando a la primera dama y a su marido, parecían mezclarse la euforia de un recital con el amor sagrado de lo religioso, cosas que al menos no se percibían mucho en la época que yo estaba viviendo.
Luego de ver esa película me sentía peronista, pero, ¿De qué otra forma podía sentirme? Al menos con la información a mano, ser peronista era lo más lógico, estar en contra sólo podía ser sinónimo de avaricia y mezquindad. ¿Cómo se podía estar en contra de una mujer que ayudaba a los más necesitados?
Por aquellos años yo recién empezaba el secundario e iba a un colegio más bien “concheto”, todavía no nos enseñaban historia argentina, más que nada estudiábamos a los pueblos de la Mesopotamia, griegos, romanos y alguna que otra civilización previa al surgimiento del cristianismo. Sin embargo, lo que comúnmente decían (mucho más mis compañeros que mis profesores) era que Evita era una resentida y que Perón había hecho que “los negros odiaran a los patrones”.
Había algo que me llamaba la atención, Perón era para mí el primer personaje histórico cuyo prestigio era ampliamente discutido, no todos coincidían en si el balance de sus obras había sido bueno o malo. En general son muy pocos los que hablan mal de San Martín o de Belgrano, está consensuado que son próceres y Héroes de la Patria, pero con Perón no es así, y no hace falta saber mucho de historia para quererlo u odiarlo.
Me resultaba muy llamativo el hecho de que hubiera opiniones tan contrarias sobre éste personaje, cuando ante otros solía haber un consenso mucho mayor acerca de su prestigio.
Mis padres, cuando les preguntaba, me decían que si bien el peronismo había sido generador de grandes logros que favorecieron a la clase trabajadora, también había tenido ciertos vicios que los “contreras” no le perdonaban, como ser el excesivo personalismo (hubo provincias que llevaban los nombres de “Presidente Perón” y “Eva Perón”), y algunas conductas autoritarias (como alejar a Borges de la dirección de la Biblioteca Nacional sólo por no comulgar ideológicamente con el partido). Lo curioso era que la mayoría de los chicos de mi edad que criticaban al peronismo desconocían estos puntos negativos y en general repetían básicamente lo mismo, que Perón había sido un ladrón y un dictador, y que había destruido la cultura del trabajo (entendiendo por “cultura del trabajo”, la negación al derecho de los obreros a quejarse por las malas condiciones laborales).
A mis compañeros en general no les interesaba mucho la política, pero yo tenía un amigo con el cual hablábamos bastante seguido de esos temas. Sabía mucho, al menos considerando lo que podía saber un chico de catorce años. No teníamos exactamente las mismas ideas, el decía con cierto orgullo que era oligarca (hoy es K), a mí me daba cosa entrar en conflicto y no le decía que me gustaba Perón, pero al menos hablábamos de diversos asuntos, muy simplificados, que tenían relación con la historia y la política.
Me da un poco de vergüenza admitirlo pero en segundo año del secundario yo me consideraba una suerte de peronista de derecha, es decir, me importaba mucho la justicia social, pero también me preocupaba la inseguridad y me sentía más cerca de la figura de Rucci que de la JP. Esto fue cambiando con el pasar de los años, sintiendo poco a poco más rechazo por la gente de derecha que iba conociendo y viendo mayor coherencia en el peronismo de izquierda. Hoy por hoy, sincerándome conmigo mismo y teniendo en cuenta más mis actos que mi discurso, no sabría decir si soy de izquierda o de derecha, lo que sí sé es que mi acercamiento a la izquierda tuvo más que ver con una cuestión sensitiva que ideológica o intelectual. Al conocer más gente me fui dando cuenta que las personas de izquierda tendían a ser más abiertas y humanas que las de derecha, que en general (no todas) eran más intolerantes, cerradas y discriminadoras.
En los últimos años del secundario mantuve una postura supuestamente izquierdista, pero no sé hasta qué punto esa postura era auténtica y no una forma de rechazo ante algunos de los alumnos de mi colegio que eran bastante más que conservadores y se referían a los trabajadores como “los negros”. Yo no se qué tan abierto, plural o incluyente sea o haya sido, pero la actitud de ésa gente realmente me generaba aversión.
Distinto era el caso de varios profesores de materias humanísticas, que al menos si no eran peronistas, tenían ciertas simpatías. Yo era muy tímido y participaba poco en clase pero me acuerdo que un 17 de Octubre cuando estaba en cuarto año un profesor estaba dando clase y a un compañero le gustaba molestarlo con preguntas históricas, a ése mismo compañero yo le había dicho, medio en enserio, medio en broma que si quería molestarlo le preguntara al profesor qué se conmemoraba el día de la fecha. El profe se hizo un poco el boludo y no dijo nada. Al otro día nos trajo algunas hojas del diario del día anterior. Había varias descripciones del ’45, entre ellas una de Leopoldo Marechal que hablaba de la Argentina invisible y cómo ése día, al poder verla exigiendo la aparición de aquél hombre junto al cual había logrado ganar sus derechos, él se había vuelto peronista. Un texto muy lindo, sin duda.
Terminar el secundario me calmó un poco. Muchos ya se imaginaban que en la Facultad de Ciencias Sociales iba a empezar a militar en algún partido político o algo así, pero la verdad es que ya estaba más tranquilo y además me sentía un poco mareado entre tantas ideas, algunas de las cuales aún no entiendo en qué difieren exactamente.


miércoles, 18 de enero de 2012

Geburtstag (Cumpleaños)


I

Cumplir años en enero puede llegar a ser traumático. Lo más común es que la gente esté de vacaciones y casi no haya a quién invitar más allá de la familia más directa. Lo triste es que yo ni siquiera tuve la posibilidad de frustrarme, mis viejos elegían por mí y, ya suponiendo que todos iban a estar de vacaciones, festejaban religiosamente mi cumpleaños en nuestra quinta. Cuando era muy chico no me molestaba tanto, pero cuando ya iba cumpliendo siete, ocho, nueve años, me empezaba a joder un poco, sobretodo porque mi mamá siempre me prometía que ése año iba a ser diferente, que mi cumpleaños lo íbamos a festejar en Buenos Aires e íbamos a ver a quién invitábamos, cosa que terminaba sin cumplirse. Desde que tengo memoria hasta que cumplí nueve, siempre festejé mi cumpleaños en mi quinta con mi familia, quizás también con algún tío y (si tenía mucha suerte) con algún amigo que se había venido a veranear con nosotros.
Para el cumpleaños número diez ya había ganado por cansancio y había logrado que mis viejos aceptaran que se celebrara en casa.  Sin duda el primer cumpleaños que se iba a festejar en Buenos Aires prometía mucho. Los invitados eran amigos de distintos lugares, algunos del colegio, otros de la escuela a la que había ido antes de cambiarme, vecinos y los clásicos “amigos de la vida” (los que conocés desde chiquito y no entran en ninguna de las categorías anteriormente mencionadas), en total siempre éramos cinco o seis incluyéndome. Definitivamente era bastante mejor que pasar el cumpleaños en la quinta, pero inconvenientes había de todas formas: había muy poca integración por parte de los invitados, los chicos no se conocían mucho entre sí, porque eran todos de lugares distintos y además cada uno quería hacer algo diferente. Mejorando y empeorando, éste último esquema se repitió hasta el cumpleaños número trece, que fue el último que festejé invitando a varios amigos. Uno de los motivos era que dos de los chicos que siempre venían (que eran hermanos) eran hijos de padres divorciados (y de esos padres divorciados que no se pueden ni ver), entonces arreglar para poder hacer alguna actividad era complicadito. Sin embargo el motivo más importante fue algo que pasó en ése cumpleaños, un rato después de comer la torta estos mismos chicos no podían contener sus ganas de ir a jugar al Counter Strike (de hecho, me preguntaban a qué hora se terminaba el cumpleaños, así se podían ir). Terminé pasando las últimas horas de mi cumple en una sala oscura con un olor muy fuerte a cigarrillo en compañía de pibes que, sí no eran chorros, los admiraban mucho (en la sala se escuchaban comentarios como “eh, vo’ so’ como la yuta, atacás por atrás”). Una verdadera desilusión. Desistí de invitar amigos a mi cumple porque la mayoría de las veces terminaba atendiéndolos demasiado o haciendo cosas que no tenía muchas ganas de hacer. Mejor solo que mal acompañado, como dice el refrán.
A partir de los catorce empezó la etapa de las cenas familiares. A la tarde si había algún amigo en Baires me encontraba con él, y después a la noche salía a comer afuera con mi familia, salvo en el cumpleaños número veinte que hicimos una picadita en casa.
Mi cumple número veintiuno fue bastante particular: estaba en Alemania haciendo un curso. Los invitados eran todos estudiantes extranjeros que había conocido hacía menos de una semana. Fue un cumpleaños realmente lindo, recibí cartitas y chocolates, e incluso me cantaron el feliz cumpleaños en idiomas como portugués, italiano o checo. Fue una grata experiencia pero al mismo tiempo tenía un nosequé ilusorio, era un poco ficticio como el aire acondicionado que en tu casa es el paraíso y cuando salís te das cuenta que la realidad es otra. Además lo que resultó chocante fue el gran contraste entre mi cumpleaños y el día siguiente. Un día era el centro de atención y al día siguiente estaba celoso de un muñeco de nieve, al cual le daban más bola que a mí.
El cumpleaños número veintidós fue de la tradición previa al viaje a Europa, incorporando a mi novia y a un amigo. Fue una buena experiencia aunque no demasiado relevante. Me había acostumbrado a que para mi fecha la gente no anduviera por Baires.

II

Si bien a veces dejaron un poco que desear, mis cumpleaños tuvieron un progreso a lo largo del tiempo. Con navidad, por otro lado, fue el proceso inverso. Cuando era chico la navidad para mí era lo más lindo del año, de grande se fue convirtiendo en un mero compromiso. Al principio disfrutaba las reuniones en la casa de mi abuelo con mis primos, todos eran más grandes que yo, pero me reía y me divertía mucho. Curiosamente a partir de los nueve años, dejamos de celebrar navidad en la casa de mi abuelo, no sé exactamente el motivo, pero si me acuerdo que con el pasar de los años me fui enterando que no todo era tan lindo y que los parientes en general no se llevaban tan bien como yo creía. Hubiese preferido no enterarme, yo había sido feliz de todos modos.
Más o menos un par de años luego de haberse instituido las cenas familiares en mis cumples hubo una suerte de revival con la familia, no sé si las relaciones habían mejorado mucho, lo que sí, a fuerza de insistencia y buena voluntad había logrado convocar a un par de parientes específicos para las fiestas con los cuales al menos podía entretenerme un buen rato.
Sin embargo, por ciertos asuntos familiares las últimas fiestas no hubo una gran reunión en casa, apenas estaban mis viejos y yo, no obstante mi novia había tenido la genial idea, compartida por mi grupo de amigos, de salir en navidad luego del brindis. Nos encontramos en la calle y aprovechamos que justo había una fiesta en el estacionamiento de la Facultad de Sociales. La pasamos muy bien riéndonos de pelotudeces, comentando algunas cosas profundas, tomando fernet y cerveza y escuchando música variada y original. Fue lindo ver, en buena compañía, cómo se iba haciendo de día. Todos concordamos en organizar algo parecido para año nuevo.
Y así el año nuevo nos encontró reunidos en la casa del amigo Tino. No hubo nada para manducar, pero si hubo una variedad interesante de bebidas alcohólicas típicas de esa celebración. Casi ni salimos de la casa de mi amigo, pero más allá de eso el esquema era básicamente el mismo que en navidad: alcohol, buena gente y buena onda. Fue mejor incluso que la navidad, por un lado porque duró más tiempo (nos habíamos reunido más temprano) y por el otro porque había más de gente. Es curioso, muy curioso, que no pueda resumir lo que pasó en la celebración de año nuevo con mi novia y mis amigos, la pasé genial, me sentí entre los míos, y aun así, si quiero resumir el encuentro sólo puedo decir que pasamos un buen rato charlando y riéndonos. Hacía un tiempo importante que no pasaba un año nuevo tan bueno, y aparte los amigos son algo importante. Es difícil de explicar, pero la familia siempre está, te toca, y si es como debe ser, te brindan un amor incondicional que es invaluable pero que en general lo tenés de todas formas. A los amigos uno los va conociendo de a poco, se los elige y hay que ganarse su confianza. Creo que el grupo de amigos muchas veces refleja más lo que somos que la familia misma.
Disfruté tanto ese encuentro que tuve ganas de repetirlo, y para mí las “fiestas” siempre fueron tres: navidad, año nuevo y mi cumpleaños.

III

Con un poco de suerte a mi favor, más de la mitad de los presentes en año nuevo iban a seguir estando en Buenos Aires la semana siguiente, de manera que los invité a mi cumple. Armé un humilde flyer con el paint, y les mande virtualmente invitaciones a los chicos (a algunos ya los pensaba invitar para hacer algo, pero luego de año nuevo decidí convocar a un poco más de gente y hacer algo un toque más pretencioso). Teniendo a la gente confirmada decidí armar un pequeño souvenir, tarjetas plastificadas con caricaturas de los mismos invitados. Aparte de eso ideé una picada que incluía, entre otras cosas, paltita y empanadas regionales. Luego de eso y de comprar cada una de las cosas necesarias, quedó sentarse y esperar. 
No sé si vale la pena elaborar un resumen de lo que fue la fiesta, más que nada porque si no se conoce a personas como al chistoso Ale, al carismático Tinchi o al muy sociable Dario (entre muchos otros) resultaría un poco engorroso ponerse a describir situaciones y escenas que sólo nos causarían gracia a los que estuvimos presentes. Gracias a Dios no faltó ninguno y los regalos fueron geniales: un libro de un dibujante llamado Decur, con ilustraciones que mezclan lo realista y lo naíf, un libro de cuentos de Raymond Carver, cuya dedicatoria escrita por Tinchi me inspiró un poco a escribir lo que ahora están leyendo, un eau de cologne con un aroma que me recuerda a aquellas reuniones familiares numerosas a las que había que ir bien vestido y elegante, y por último los dos mejores regalos: Unas zapatillas de El Eternauta y el juego de mesa El Erudito que es sencillamente excelente.
Al igual que con año nuevo y navidad, no es fácil hacer un resumen o descripción extensa de éste último aniversario que resulte interesante. Basta decir que el resultado fue muy bueno, la pasé muy bien (si bien al principio me costaba seguir los temas de conversación porque cada diez o quince minutos tenía que bajar a abrirle a alguien o atender una llamada) y al menos a mí me dio la impresión de que hubo un muy buen feeling.
Capaz no se note, o yo no lo demuestre mucho, pero creo que soy adicto a la gente, obviamente no a cualquier gente, sino a personas con las que tenga cierta afinidad. Me gusta encontrarme con aquellos a los que aprecio, si bien a veces tengo que admitir que puedo tener poco tacto o mandarme alguna cagada.
 A costa de ensayo y error me salió un cumple muy copado, esperemos que se repita. ¡Muchas gracias por venir!




domingo, 1 de enero de 2012

Ich wünsche euch ein glückliches Neujahr! (¡Les deseo un Feliz Año Nuevo!)


Sé que hasta ahora hubo gente que estuvo comentando mis entradas por más escasas e infrecuentes que fueran. Desde éste humilde espacio quiero desearles un hermoso 2012 y espero que sus deseos se cumplan.
Tengo varios objetivos para éste año que comienza, básicamente son los mismos del año pasado: aprender cosas nuevas, profundizar mis conocimientos de inglés y alemán y disfrutar de la vida y de los momentos con los amigos, la familia y la pareja. Otros son repetidos pero espero ésta vez tomármelos un poco más enserio: tener un mejor rendimiento en la facultad y poder pasar a la segunda mitad de la carrera. Creo que no tengo metas muy originales ni completamente nuevas, aunque me parece que todo lo nuevo y original uno lo encuentra un poco de casualidad, sin buscarlo intencionalmente pero si estando abierto y predispuesto a las experiencias nuevas.
Para mí el año no pudo empezar mejor. De hecho, hacía bastante tiempo que no la pasaba tan bien en una celebración de año nuevo. Fue la primera vez que celebré el comienzo del año junto con mi novia y mis amigos, y sinceramente fue genial, me reí y me divertí mucho, me sentí entre los míos, y eso es invaluable.
Por ahí algunos no se lo imaginen, pero éste último año pasé bastante tiempo dedicándole energía mental a asuntos sin demasiada importancia que la verdad no me hacían precisamente bien, gastaba energía que podía haber empleado en algo mucho más positivo.
Es verdad que a veces en la vida hay situaciones y momentos desagradables, pero aún así, lo importante es no dejar de buscar lo bueno, lo deseable. A veces pasarla mal es inevitable, es verdad, pero muchas otras veces no, y lo fundamental es (cuando es razonable y posible) tratar de alejar aquello que nos molesta y perseguir lo que nos gusta, lo que nos place. Es un tema de concentración, es simplemente concentrarse en lo bueno, no solamente ver el lado positivo de las cosas (que algunas veces puede llegar ser un poco insignificante o absurdo), sino también buscar que lo bueno ocurra.

No sé si cambie mi manera de actuar, siempre me preocupó decir cosas que después termino contradiciendo con mis actos. Sin embargo, voy a tenerlo muy en cuenta y voy a intentar disfrutar lo más que pueda éste año que empieza.

¡Feliz 2012!